Un currículum más intenso y menos extenso.

Ahora más que nunca, nos enfrentamos  una situación que nos obliga a concretar un currículum educativo en el que hay que priorizar aquellos contenidos que sí o sí, nuestro alumnado va a necesitar para desenvolverse con autonomía en su día a día.

Estamos en un momento en el que quizá entender cómo hacer la raíz cuadrada de veinticinco se queda alejada y ajena de lo que estamos viviendo, pero sin embargo saber identificar las emociones que nos inundan, nos ayudan a entender y afrontar las adversidades que tengo delante.

Esto no es algo que el mundo docente descubramos ahora. De hecho, son años ya los que pedimos una modificación de este currículum, ya que lo que de verdad necesitamos es un currículum más intenso y menos extenso.

Reforma tras reforma, impacientes esperamos ver si esto ha sucedido, pero no es así. Que si más emprendimiento, que si más evaluación, que si cambio asignatura por área...Pero lo que de verdad hace que nuestro sistema educativo sea de calidad y revoluciene nuestras aulas, una vez más, queda a un segundo plano.

Quizá todo esto suceda, porque lxs que estamos en primera línea de batalla y nos enfrentamos a la presión que producen unos infinitos contenidos que se tienen que trabajar en 10 meses y que muchas veces nos llevan a decir horrorosas frases como: "esto ahora no, que tenemos que acabar el tema" o "luego si da tiempo, nos lo cuentas", somos lxs que menos "pintamos" en todo esto. Tan solo somos aquellxs que llevan a cabo lo que marca la ley, pero no los que la crean.

La educación necesita una revolución y solo lxs docentes podemos iniciarla. Una revolución que se ajuste a nuestra vida y sociedad actual. Una revolución que deje de mirar hacia el futuro y se base en el "aquí y ahora". Una revolución que deje de entender la escuela como una fábrica en la que se entra con una sirena para producir una ficha detrás de otra. Una revolución que empiece desde abajo para que los de arriba sepan cómo acabarla.